Donde nadie puede llegar de David Rubín

“Sobreviven anclados a un pasado ficticio al que se agarran hasta perder la cabeza. Permanecen inmóviles, como si de un ejército de estatuas se tratara, concentrados con la poca alma que les queda en su intangible escapismo.”  en Cuaderno de tormentas. Crónica de los deambulares por Ciudad Espanto de David Rubín.

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Se suele decir que la historia es circular. Que todo tiende, tarde o temprano, a repetirse. No estoy muy seguro que esto sea verdad, pero que sí que tengo la seguridad de que (los humanos en general) somos incapaces de mantener el mismo estado de ánimo durante períodos prolongados. Independientemente de que te vaya bien o mal, en determinado momento te asalta la sensación de que ha pasado demasiado tiempo desde la última transición y toca cambiar [algo que choca con la idea que solemos tener de nosotros mismos, algo inamovible e incuestionable].

Una combinación peligrosa (alternancia en los estados de ánimo y firmeza en las convicciones sobre nosotros mismos), que el protagonista de “Donde nadie puede llegar” (historia corta que protagoniza el recopilatorio que es «El circo del desaliento») lleva a su máxima expresión. No importa lo bien que le vaya, porque la batalla hay que librarla cada día y en cualquier momento puedes ser cruelmente derrotado por tu peor rival (tú mismo).

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Es un momento crucial en el que se manejan dos opciones: aceptar que no estás solo y apoyarte en los que te quieren y rodean o buscar una improbable solución aislándote del mundo.

Ulyses Yorba eligió la segunda opción. Y lo hizo intentando conservar las dos únicas cosas valiosas que le quedaban: su dignidad y el infinito amor que sentía por Ana. Porque para salir del círculo en el que se había convertido su vida solo vio una opción; convertirse en un superhéroe y abandonarse a la fatalidad…

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“Dios en persona” de Marc-Antoine Mathieu (Ed. Sinsentido, 2009)

Los humanos hemos conseguido algo que considero muy complicado, convertir los extremos en hábito. Cuando era pequeño, mi padre, cuando se despedía de mí y de mis hermanos siempre lo hacía con una frase que venía a decir más o menos lo siguiente: “Sed regulares, ni buenos ni malos.” Yo la consideraba más una forma de hablar que otra cosa, una forma mínima de originalidad, casi como un ejercicio de psicología inversa, tratar a un niño como un adulto, hacerle ver que tiene elección. No soy consciente de que hubiese objetivos ocultos en sus palabras, pero con el paso del tiempo las he llegado a ver como una rareza.

Es en este aspecto, “Dios en persona” es una obra de total ciencia-ficción. Y no es porque Dios se materialice. Que baje a la Tierra, se quiera apuntar al censo y comience a explotar (económicamente) su nombre e imagen. Creando su logo, como cualquier empresa. Lo más sorprendente es que la gente se lo crea. Llegar a un punto en el que se acepten las pruebas de su existencia. Porque, afrontémoslo, en nuestra sociedad de la información, de la imagen, donde ya parece que lo hemos visto y oído todo (que triste me pone afirmar esto, y que ignorantes somos por creérnoslo) y que todo tiene truco y es producto de la mente de algún creativo.

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La arquitectura y el oficio. Hablan profesionales (III). Laura Vizcaíno: «Un arquitecto debe ser un buen gestor, un buen administrador y un buen relaciones públicas.»

Continuando con nuestra serie de entrevistas, hoy tenemos a Laura Vizcaíno, titulada en febrero de 2009 y con más de 3 años de experiencia en cuatro estudios diferentes donde realizó funciones de becaria y de arquitecta.

¿Qué debe ser, u ofrecer, un profesional de la arquitectura?

Puff, empezamos fuerte. La verdad es que un profesional de la arquitectura debe ser y ofrecer muchas cosas al mismo tiempo. He pasado por diferentes estudios y, la verdad, es que han sido todos muy distintos. Puede que el trabajo que realices dependa, en cierto modo, del número de personas que formen el propio estudio y el tipo de proyectos a los que se dediquen.

Un profesional de la arquitectura debe ser versátil y polifacético. Tiene que saber desenvolverse  con facilidad en el terreno propio de la arquitectura. Dar soluciones rápidas y efectivas al instante, pero al mismo tiempo adquirir un compromiso laboral a largo plazo. Desde el momento del encargo, hasta ver la obra finalizada, el arquitecto adquiere un compromiso permanente. No se puede o no debe desligarse del proyecto.

Pero al arquitecto no le basta con ser bueno solamente en aquello en lo que se ha formado. Debe ser un buen gestor, un buen administrador y un buen relaciones públicas, tener buena mano con la gente. La arquitectura no se limita simplemente a recibir un encargo, dibujarlo sobre papel y entregarlo al cliente. Debe desarrollar un buen entendimiento con el promotor y con las diferentes personas u organismos que intervienen en el proyecto. Estar informado en todo momento de subvenciones, ayudas o normativas de las que se pueda beneficiar para llegar a la solución más ventajosa para todas las partes. Tiene que ser consciente que se encuentra dentro de un proceso continuo de formación y, en la mayoría de los casos, es autodidacta.

¿Qué esperabas y qué has obtenido de tu(s) primera(s) experiencia(s) trabajando en el campo de la arquitectura?

En mi caso, esperaba un trabajo más creativo. En muy pocas ocasiones me han dejado pensar en algo, es decir, siempre he recibido unas directrices. En ningún momento me he tenido que enfrentar al temido momento de la hoja en blanco.

Cuando he estado de becaria antes y después de titularme, la mayor parte del tiempo me daba la sensación de que era una delineante más. Tenía que realizar un trabajo que después se juzgaba como si aún continuase en la escuela. Puede que sea complicado de explicar: no se me valoraba como arquitecto, pero tampoco como delineante. No se me daba el poder de decidir, no tenía responsabilidad sobre mi trabajo, pero si este no funcionaba (fuese o no mi culpa) era mi responsabilidad porque era arquitecto. Mi experiencia en este aspecto, resultó bastante frustrante y decepcionante.

Como “colaboradora” las cosas han sido distintas. Tras un pequeño periodo de adaptación y siguiendo unas pautas, desarrollar de principio a fin un proyecto es muy gratificante. Al no tener experiencia, consultas dudas para buscar soluciones. Pero estas consultas son de igual a igual, totalmente diferente a la situación anterior.

En mi caso, “mi primer proyecto en solitario” es la rehabilitación de una pequeña iglesia. Desde ir al sitio, empezar a medir y decidir hasta el más mínimo detalle, hace que sea como un hijo, que lo has visto crecer. La pena en mi caso es no estar siguiendo el desarrollo a pie de obra, pero siempre lo “sentiré” como algo mío.

¿Cuál es tu proyecto soñado y cuáles crees que son tus mejores armas para conseguirlo?

Yo creo que no existe un proyecto soñado. La gente puede pensar en hacer grandes edificios como palacios de congresos, museos… algo simbólico y espectacular. Para mí, el proyecto soñado es aquel en el que yo me sienta realizada y contenta con el trabajo hecho. Conseguir que aquellos que me lo encarguen queden satisfechos con lo que he hecho. Un proyecto en el que se impliquen ambas partes. Puede que ese proyecto soñado consista simplemente en una pequeña reforma interior de un apartamento.  No tengo sueños de grandeza ni de reconocimiento mundial, sino que las personas con las que trabajo queden contentas con el resultado.

No sé si esto todo lo que he dicho es de interesante o no. Simplemente es la experiencia de casi un año de trabajo en diferentes estudios: desde uno de los estudios más grandes que hay en Galicia a estar mano a mano con un arquitecto.

«Al sur de la frontera al oeste del sol» de Haruki Murakami

… apenas sentía deseos de compartir con nadie mis experiencias sobre libros o música. Yo era yo, no otro. Pensarlo me hacía sentir tranquilo y satisfecho.

-Es posible.- dije- Nadie se sumerge en ninguna aventura esperando resultados mediocres. La gente, pese a tener un chasco nueve de cada diez veces, desea tener al menos una experiencia suprema, aunque sólo sea una vez. Y eso es lo que mueve el mundo. Eso es el arte, supongo.

“No me gusta buscar pretextos, dijo. Una vez empiezas, ya no puedes parar. Y yo no quiero vivir así.” Pero esa manera de pensar, en aquella época, no le resultó.

-Hajime- dijo- cuando te miro mientras conduces, me dan ganas de alargar la mano y dar un volantazo. Si lo hiciera, moriríamos, ¿verdad?

-Seguro. Vamos a ciento treinta kilómetros por hora.

-¿No quieres morir aquí conmigo?

-No creo que fuera una muerte muy agradable- dije sonriendo-. Además, aún no hemos escuchado el disco. Y a eso vamos, ¿no?

-No te preocupes. No lo haré- dijo-. Sólo que a mí se me ocurren estas cosas. A veces.

La vida sentimental de Julián Pi

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«Yo maté a Adolf Hitler» Jason, 2007.

“Siempre pensé que la ficción más fantasiosa se entiende mejor cuando viene acompañada del realismo. El imprimir el máximo realismo posible a aquellos elementos de la historia, sea ambientación o de motivación de personajes o de cualquier aspecto de la trama que quieras contar, ayuda a que cuando la fantasía entre en escena esté inmersa en un entorno previamente creíble y, por lo tanto, aceptable para el espectador”
James Cameron hablando sobre Terminator 2 en declaraciones aparecidas en la revista Scifiword, p.50.

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Si de algo puede calificarse a esta historia de Jason es la naturalidad. Y eso que el planteamiento es, ciertamente, bastante inverosímil.

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«Un tipo que flota» de Ortiz y Krasmanski

portada2…Antes del naufragio yo tenía una casa donde vivía… Un auto que conducía… Un televisor que miraba… Una estufa que me calentaba en invierno… Y un aire acondicionado que me refrescaba en verano…

…Ahora solo tengo esta caja que evita que me ahogue en el mar, pues mi extrema debilidad me impide nadar… En ese sentido, técnicamente la caja me tiene a mí…

…¿Cómo fue que hice para pasar de abundante desposeído a escuálida posesión?…

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«Una rubia de verano». Novela gráfica de Adrian Tomine

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La representación de los derrotados sociales sirve como barómetro para valorar al conjunto de personas que conforman una sociedad, son elementos integrados en la dinámica productiva y social, con una participación más o menos activa del mundo, pero un mundo al que no pertenecen realmente, son casos que reflejan una dualidad entre el yo social (el que ven los demás) y el yo personal (ese que nos preocupamos de guardar bien protegido). Está la persona que somos y está la que deseamos ser, la que hace o dice lo que está fuera de nuestro alcance, reflejo de ese “superhéroe” que vemos en el comportamiento de otros. Esas imágenes proyectadas e idealizadas que tenemos generalmente ni siquiera se corresponden con la realidad, además él mismo tiene sus propias proyecciones en otros (o en nosotros mismos), tejiendo una red de lo que podría ser pero nunca es. En ese ámbito de representación de estos seres derrotados, que buscan esperanzas como asideros, buscando no ser devorados por su propia concepción del mundo, es por donde se mueve esta obra, con cuatro historias que podrían ser una y todas a la vez.

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