«De profundis» de Oscar Wilde

“Esta carta, con su tornadizo y vacilante humor, con su desprecio y su amargura, sus anhelos y la impotencia de transformarlos en acción, te demuestra con gran claridad hasta qué punto estoy lejos aún del verdadero temple del alma. Pero no olvides cuán terrible es la escuela en que me veo sentado ante mi tarea. Por muy imperfecto que yo sea, mucho has de aprender todavía de mí. Viniste a mí para aprender el goce del arte. Quizá he sido elegido para enseñarte algo más maravilloso: el significado y la belleza del dolor.”

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El tratamiento público de la vida privada de personajes famosos (o no tan famosos) es algo muy común hoy en día en los medios de comunicación que nadie se pregunta de dónde ha salido. Está ahí, a los implicados les proporciona (les guste y participen de ello o no) notoriedad entre el resto de sus semejantes y, a cambio, desnudan sus asuntos más íntimos ante ojos y orejas atentos a todo lo que hacen o dicen. Se ha llegado a un punto de tal banalidad que no deja de ser curioso que cosas así hayan pasado en épocas pretéritas y con consecuencias mucho menos amables que un show televisivo en cualquier cadena del mundo.

La historia, a menudo, ha recompensado a sus artistas con existencias más o menos miserables y nulo reconocimiento en vida. Sin embargo, Oscar Wilde no paso por esto, disfrutó y fue consciente de su posición, del triunfo de su arte y del convencimiento de que iba a pasar a la historia convertido en un clásico. Wilde fue un personaje relevante en el mundo cultural de su época, representante del esteticismo y con obras con una sensibilidad decadente tan abrumadora como El retrato de Dorian Grey.

“… cuanto me desagradaba que vieras en mí a una persona “útil”, cuando el artista y el arte mismo en su íntima esencia han de carecer completamente de utilidad.”

La vida que llevaba se vio comprometida desde el momento en que se produjo una colisión entre el arte y el mundo real. Uno alimentaba al otro y esa relación que todo lo truncó, truncó primero al artista y arrastró con él al hombre. No faltan los constantes reproches, los más amargos, al hecho de que limitase su producción artística. Como si las disputas fuesen solucionables si no afectasen a esa producción. La necesidad de aislamiento en busca de la creatividad, la mancillación de esos momentos, el no comprender el arte, la falta de sensibilidad, no ver más allá de los placeres inmediatos, reclamaciones que nada tienen que ver con una relación personal son las más dolorosas.

“… toda obra de arte es realización de una profecía, pues toda obra de arte es la transformación de una idea en imagen. Y toda criatura humana debería ser la realización de un ideal, bien fuese a los ojos de Dios o a los de los hombres.”

Lo malo de esta afirmación es que sea verdad, confiere a la vida un componente idealista tan fuerte que una vez este se rompe no queda nada. El propio Wilde alterna críticas feroces con un gran sentimiento de culpa. Resulta bastante sobrecogedor leer, en una carta tan íntima, ver como alguien tan consciente de su papel en la historia mantiene la misma lucidez para comprobar hasta dónde ha dejado caer todo, sus valores, sus prioridades, todo por una relación abocada desde un principio al desastre.

“Las funestas equivocaciones de la vida no deben ser atribuidas a la ausencia de razón. Un instante de irracionalidad puede llegar a ser nuestro momento más hermoso. Nuestras equivocaciones son producto de la lógica que rige al hombre. Entre ambas cosas media un abismo.”

Al final, las enseñanzas más importantes las saca de sus propias experiencias, y así se las transmite al receptor (y por extensión a todos nosotros, porque como dice el dicho, “la sabiduría está en los libros”).

“Si encuentras una disculpa a tu conducta, encontrarás cientos, y volverás a ser el mismo de antes.”

“No es posible conservar siempre en el corazón una víbora que se alimenta de uno mismo y levantarse cada noche para sembrar espinas en el jardín del alma.”

“ El lamentar la propia experiencia es como impedir el propio desarrollo; el negar su propia experiencia es como sellar con una mentira los labios de su propia vida. Es nada menos que intentar renegar de su propia alma.”

“Ya te he dicho que el manifestar la verdad es muy doloroso, pero lo es aún más tener que mentir.”

Dentro de una crítica feroz, de una acumulación de reproches, de intentar hacer prevalecer su opinión, su idea, surge la autocrítica. Wilde alcanza un grado de autocrítica que ayuda (apoyada en la idea de compartir la culpa) a su viaje de aceptación de la situación. El descubrimiento religioso, el ensalzamiento de la figura de Cristo es, finalmente, una búsqueda de la expiación, y lo que quiere es compartirla con el ser amado, hacerle ver que es el único modo.

A pesar de su condición de genio, de asumir su papel en la historia, el lado más humano aparece una y otra vez. Siempre dispuesto a perdonarlo todo, a afrontar la ardua tarea de convencer a otro, de intentar cambiar, de moldear, todo ello se olvida cuando se siente el cariño, el afecto, el amor. Se palpa el dolor en los reproches, pero teniendo siempre presente que cuando se ama se hacen cosas que no se harían en otras situaciones.

5 Responses to «De profundis» de Oscar Wilde

  1. Vanessa says:

    Este es uno de mis libros pendientes, y ahora me has metido aún más ganas de leerlo!!
    Oscar Wilde, todo un genio.

  2. fio y maga says:

    este libro no lo hemos leido ni tampoco lo vamos a hacer. jajaja. da ganas pero naaaa.
    quienes estan en esa foto? contesten raaaapido es para hoy. es para la escuela.
    chau. gracia por nada.
    besos♥

  3. lizeth says:

    me encanta esta carta todo lo que desborda felicidades por la critica y espero y me ayuden por que estoy haciendo un informe sobre la ideologia de la sociedad y de oscar wilde ante su «otra» vida por fis gracias

    • lectorbajito says:

      los de la foto son oscar wilde y bosie.
      gracias por el comentario y suerte con el informe, para cualquier cosa, aqui estoy.
      un saludo

  4. martin says:

    Carta a Lord Alfred Douglas, Oscar Wilde. Genio. Como disfruté ese libro y las cita sobre «las equivocaciones más funestas de la vida…» quedó grabada en mi y la recuerdo de memoria diez año despues.

    Saludos,

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